Hoy comienzo este artículo, con una versión de la leyenda “El corazón de las cebollas”. Es un cuento anónimo que ha servido de reflexión durante mucho tiempo para trabajar el tema de la autoestima, ya que ésta, es fundamental para un mayor bienestar.
Antes de continuar, me gustaría que supieras que la autoestima (como recordamos en el post anterior: los celos no son sólo cosa de parejas), es el valor que te das a ti mismo, es decir, tu valoración personal sobre lo que crees que eres.
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Siéntete orgulloso por lo que eres y no avergonzado por lo que otros ven en ti.
Hoy me gustaría que no sólo veas el texto como una forma de reflexionar sobre la autoestima, sino que vayas más allá. ¿Qué te parece si lo llevamos al ámbito de vida de las personas con discapacidad?
Te preguntarás por qué razón sugiero que llevemos esta lectura al entorno de las personas con discapacidad. La explicación es sencilla. Este colectivo junto a otros, por diversos motivos y/o circunstancias, suelen tener la autoestima (por lo general) bastante baja.
¿Por qué?
Son varias las razones que explican la falta de autoestima en estas personas.
Si ya de por sí para todas las personas es un tanto complicado mantener una buena autoestima, aún lo es más, si sumamos a esa dificultad algunos prejuicios que aún tiene la sociedad, ciertos comportamientos que hacen a estas personas sentirse inferior (cuando para nada lo son), incluso por ciertos aspectos que ya deberían de estar resueltos como el tema de la accesibilidad a lugares públicos, transporte, etc.
Bien es cierto, que dichos comportamientos o acciones que pueden dañar la autoestima de estas personas no son premeditados, simplemente sin darnos cuenta los realizamos. Por ello, es crucial que seamos empáticos y nos pongamos en la piel de cada persona, tenga discapacidad o no la tenga.
Con todo esto, ahora es el momento de reflexionar con este fragmento:
Había una vez un huerto lleno de hortalizas, árboles frutales y toda clase de plantas. Daba gusto sentarse a la sombra de los árboles a contemplar esas bonitas vistas. Un buen día, empezaron a nacer unas cebollas especiales. Cada una tenía un color diferente: rojo, amarillo, morado…Los colores eran deslumbrantes.
Después de varias investigaciones, resultó que cada una de esas cebollas tenía dentro de su corazón una piedra preciosa. Una tenía un topacio, otra un rubí, otra una esmeralda…
Pero, por alguna incomprensible razón, se empezó a decir que aquello era peligroso, inadecuado y hasta vergonzoso (fuera de lo normal). De modo que, las bellísimas cebollas, tuvieron que empezar a esconder su piedra preciosa con capas, cada vez más oscuras y feas, para disimular cómo eran por dentro, hasta convertirse en cebollas comunes. Incluso algunas optaron por esconderse de nuevo entre la tierra.
De repente, pasó por allí un sabio al que le gustaba sentarse a la sombra de aquel huerto, y que, además, entendía el lenguaje de las cebollas.
El sabio empezó a hablar con cada una de ellas y, al final les preguntó:
- ¿Por qué no os mostráis tal y como sois por dentro?
Algunas de las respuestas fueron:
- Porque nos obligaron a ser así…
- Nos enseñaron a parecernos a los/as demás…
- Porque nos duele el rechazo…
Todas coincidieron en que las capas se las fueron poniendo otras cebollas “normales” e incluso ellas mismas, para evitar las etiquetas, en este caso, el ser “raras” y para no ser criticadas por ser diferentes.
El sabio se echó a llorar tras escuchar las respuestas que le habían dado las cebollas. Él pensaba que era una pena no aprovechar, ni disfrutar de las cualidades diferentes de estas cebollas. Podría ser tan positivo…
Cuando las personas que pasaban por allí lo vieron llorar, pensaron que llorar ante las cebollas era de sabios. Por eso desde ese día, todo el mundo llora cuando una cebolla nos abre su corazón.
¿Qué te ha transmitido este texto?
A mí me hace pensar muchas cosas:
- En el texto se habla de diversidad, no hay que tener miedo a lo que es diferente a nosotros/as. ¿Si todos/as fuésemos exactamente iguales, qué podríamos aportar? ¿Qué podríamos aprender de los demás? ¿Qué podríamos enseñar? Tenemos que aprender que, en la diversidad se encuentra el enriquecimiento, el aprendizaje.
- Otro aspecto que he podido ver en la lectura, es el de la importancia de la valoración de los demás. Las opiniones de otros respecto a nosotros/as mismos/as nos pueden hacer cambiar nuestra forma de ser. En el texto se ve claramente como las críticas y las opiniones de las demás cebollas, hacían que las que eran “diferentes” se escondieran, y se pusieran una capa tras otra, para tapar su verdadera realidad. Y dime, ¿esto no se puede ver a diario?
Todos los días podemos ver este tipo de comportamientos en personas de nuestro entorno, incluso en ocasiones, en nuestra propia persona.
Y es aquí, donde juega un valioso papel la autoestima, de la que hablábamos al inicio. Cuando tenemos una buena y sana autoestima, únicamente nos interesan y nos preocupan las críticas constructivas, las que nos ayudan a mejorar. El resto de opiniones no afectan en absoluto, y mucho menos, hacen que cambiemos nuestra forma de ser. Cada persona se tiene que querer tal y como es, y por supuesto, valorarse.
Tanto si tienes discapacidad como si no, tienes que aprender a aceptarte tal y como eres, con tus fortalezas y con tus debilidades…
Aún hoy, hay personas que algunas veces infravaloran a las personas con discapacidad ¿Por qué? Como todos/as hay cosas que pueden hacer y otras que no. ¿Puede un caballo volar como un águila?
Todo lo anterior, me lleva a plantearme lo siguiente:
- ¿Qué hubiera pasado si las cebollas “normales” hubiesen aceptado a las cebollas de colores desde un principio? ¿O si a las cebollas de colores no les hubiesen importando las críticas de las demás y hubiesen seguido siendo como eran?
Si esto hubiese ocurrido, todas las cebollas juntas, podrían haber embellecido el paisaje creando un entorno colorido y cálido, y a su vez, todo el mundo podría haber disfrutado de las piedras preciosas que éstas tenían en su interior.
Te invito a sacar tus propias conclusiones sobre el texto. A continuación te comparto las mías:
Como valoración personal, y siempre respetando todas vuestras opiniones, defiendo que la vida sería más fácil para todos/as si respetásemos a los demás, tal y como son, si se aceptase la diversidad, si entre todos pusiéramos de nuestra parte sin juzgar y ayudásemos a crear inclusión. Estoy segura de que así se mejoraría la calidad de vida de todas las personas, como iguales.
“Nadie te puede hacer sentir inferior sin tu consentimiento” (Eleanor Rosevelt)
Artículo publicado en el periódico de:
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